lunes, 6 de septiembre de 2021

La Vía del Corazón, lección 9

 Lección 9

Ahora, comenzamos.

Y ciertamente, una vez más, saludos cordiales para vosotros, queridas y santas Criaturas de la Luz Divina. Vengo de nuevo en adelante para morar con vosotros como vuestro hermano, y como vuestro amigo, que os contempla y no ve otra cosa que la Faz de Cristo en vosotros. Y Cristo es el primogénito del Padre, es decir, el único, el unigénito, no fabricado. Cristo es creación de Dios.

Cristo es el Santo Hijo de Dios. Cristo es como el rayo de luz solar para el sol, radiando para siempre a partir de la Santa Mente de lo que he llamado Abba.

Por tanto, vengo en adelante para morar con vosotros en perfecto gozo, y en perfecta libertad, y en perfecta realidad. Vengo para unirme con esa parte tuya que habita siempre en perfecto conocimiento, en perfecta paz, en perfecta intencionalidad y en perfecta unión con vuestro Creador.

No vengo a hablar de cosas que no conozcáis. No vengo a usar palabras que no habiten ya en vosotros. No vengo con una sabiduría que no tengáis ya. No vengo con un Amor más grande que aquel que ya florece en los silenciosos espacios de vuestro propio corazón. No vengo a ponerme por encima de vosotros. Solo vengo a caminar como un igual a vuestro lado.

Vengo porque os amo. Vengo porque soy vuestro amigo. Y de todas las cosas que podría elegir hacer –en el ilimitado poder consciente otorgado a mí equitativamente por mi Padre, tal y como te fue dado a ti–, de entre todos los lugares y dimensiones y mundos en que podría residir en este momento, en Verdad, vengo para morar contigo de esta manera, utilizando juntos un instrumento para la creación, un instrumento de comunicación –que podrías llamar cuerpo–, para poder salvar la brecha que os parece que todavía os separa de mí.

En realidad, todas las dimensiones de la Creación se alojan en un espacio mucho más pequeño que la punta de un alfiler. En realidad, todas las dimensiones de la Creación son tan vastas que nunca podrías medirlas. En realidad no hay brecha que me separe de donde vosotros estáis. Y por esto es por lo que no puedo estar más lejos de ti que la distancia de un pensamiento. Pero, oh ciertamente, queridos amigos, el poder de un pensamiento es el poder de crear universos, y, dentro de ellos, crear aún más universos, y dentro de ellos crear un mundo tras otro mundo, tras otro mundo, tras otro mundo.

Y la experiencia que vives es que tu atención parece estar momentáneamente enfocada en ese tu único mundo, donde compartes algunas cosas en común con muchos otros seres. Tienes lo que en tu mundo se llama una realidad consensuada –o podríamos decir una experiencia consensuada, nacida de una realidad universal–. Queridos amigos, así como moráis en vuestra consciencia, en este momento, sois creadores del mundo que experimentáis. Y lo hacéis de muchas maneras al uso, con toda normalidad.

Cuando estás frente a alguien, y tan solo por una fracción de segundo alteras la posición del cuerpo a través del cual lo contemplas –tomas una nueva posición, una nueva perspectiva–, en esa misma fracción de segundo, has creado una nueva experiencia para ti mismo. Cuando contemplas a ese amigo y la mente se dirige desde la neutralidad (que es desde donde comienza toda experiencia) hacia este pensamiento,

Oh, he aquí mi amiga María. He aquí mi amigo Saint Germain. He aquí mi amigo Pedro.

33 “And Christ is the firstborn of the Father, that is, it is That which is begotten, and not made”.

He aquí mi amiga Joanna. He aquí mi amigo Natanael. Cualquiera que sea su nombre, al albergar ese pensamiento, ya comienzas de hecho a cambiar la experiencia.

En aquel momento, eres literalmente un creador. Pues cuando nombras cualquier cosa, la defines de acuerdo a los factores que hayas incorporado a ese nombre que empleas. Cuando contemplas un cierto campo de energía que surge del misterio de vuestro planeta Tierra, y dices la palabra “árbol” – (chasquido de dedos) así de rápido–, has atraído hacia tu experiencia manifiesta todo aquello que hayas decidido alguna vez sobre lo que irá asociado a ese campo de energía que habéis llamado “árbol”. Y de este modo, tu experiencia es completamente única. Nunca se ha dado así antes; nunca será así después. Nada puede repetirse. Y es por esto por lo que la Creación es continuamente nueva.

Sí, sí que puedes estar con tu amigo y mirar al árbol, asintiendo, para decir, Bien, sí, claro, eso es un árbol.

Sí, veo las ramas, las hojas.

Pero tan pronto como lo hayas nombrado, habrás atraído hacia ti mismo todas las asociaciones que hayas llevado hasta ti en tu experiencia de ese campo que habéis llamado “árbol”. Ten por seguro que aquellos que vuestro mundo llama “ecologistas” y aquellos otros llamados “leñadores”, tienen indudablemente una experiencia diferente aunque empleen la misma palabra, “árbol”.

¿Cuál es la correcta y cuál la equivocada? No, esto no funciona así. Y en esta hora queremos hablar de otra importante piedra que debes arrojar al claro y sereno estanque de tu discernimiento. Es simplemente esta: todas las redes de relación, todos los campos de energía, son absolutamente neutros. Lo que crea experiencia es cómo decides que vas a ver o a considerar esa red de relación, ese campo de energía. Y el efecto de esa decisión es también algo completamente neutro.

¿Y cómo puede ser esto así? Pues cuando un leñador ve un árbol y considera solamente el provecho que le rendirá, los bosques desaparecen. Y cuando un ecologista lo ve, el árbol permanece, y los vigorosos búhos y otras aves tendrán un lugar para hacer su hogar. Y ciertamente, ¿no estamos aquí para perpetuar la misma realidad, la misma experiencia que todos los humanos han tenido? ¿No se sufre una pérdida cuando el bosque desaparece? Escucha bien y cuidadosamente: todos los eventos son neutros. Tú eres quien les da su valor.

Ahora bien, ¿significa esto que uno debe convertirse en alguien de corazón frío, inconsciente, y ciego ante sus propias acciones? Desde luego que no, porque parte del despertar conlleva el poder constatar la interconexión de uno mismo con la red de todas las relaciones. Significa abrir los ojos para despertar en reverencia ante el misterio que la Vida es. Pero también significa soltar el juicio contra otra persona que pudiera considerar el árbol de una forma diferente a la tuya. Porque, ves, el cuerpo que has cristalizado a partir de un campo de energía infinita tiene un solo propósito. Es un instrumento de comunicación.

Por tanto, permite que tu percepción principal, que la luz prioritaria que te guíe en tu experiencia tridimensional, sea esta, ¿Qué elijo comunicarle al mundo con cada gesto, con cada respiración, cada palabra hablada, cada decisión tomada?

Pues incesantemente estás involucrado, mientras el cuerpo dure, en el proceso de comunicarle al mundo, de hacer manifiesto en el mundo, aquello que hayas elegido valorar, lo que hayas invocado a tu experiencia y hayas imbuido de valor. Esto significa que incesantemente estás comprometido a enseñarle al mundo lo que crees que alberga la mayor verdad, el mayor valor.

Y cuando un ecologista contempla a un leñador y se exaspera y lo juzga, o al revés, cuando este se exaspera y juzga a aquel, el cuerpo está siendo usado para comunicar el valor del juicio. Y eso crea miedo y contracción. Y el resultado que ves, en este mundo donde muchas muchas mentes eligen valorar el derecho a juzgar, es el efecto que llamas tu mundo, en el cual todo parece estar expresando conflicto, lucha, lo que llamas “encontronazos” –el conflicto, el armagedón de ideas opuestas yendo unas contra otras–. Y justo bajo todo ello en realidad todos los eventos siguen siendo completamente neutros.

E incluso si los bosques de vuestro planeta fueran completamente arrasados, este sería un evento neutro ¿Y por qué? Porque si todos los árboles se marcharan, si el mismo planeta físico que llamas Tierra muriera, se disipara de la vista, la Vida continuaría. La Vida simplemente crearía nuevos mundos. Lo hace todo el tiempo. Vosotros lo hacéis todo el tiempo.

Entonces, los eventos que experimentas son siempre neutros. Y lo que ves que ocurre en el mundo alrededor de ti sigue siendo neutro hasta que tú tomas la decisión de lo que va a significar para ti.

Lo nombrarás y, por tanto, lo definirás. Y cuando lo defines, invocas todas las asociaciones que conlleva aquello hacia tu ser. Por esto se me enseñó una vez que es muy sabio perdonar setenta veces siete –y por una razón muy egoísta–. Porque si alguien te hace mal y tú gastas tu energía convenciéndole de que lo ha hecho mal, y de que por tanto tú tienes derecho a estar airado, atacando del modo que sea, entonces, invocas hacia ti mismo, e incluso hacia las mismas células de tu cuerpo, la energía del conflicto, del juicio, de la guerra, la muerte, la enfermedad, la infelicidad y la separación –¡y muy rápidamente!–.

Pero si perdonas setenta veces siete, entonces, en cada uno de esos momentos de perdón, atraes hacia tu campo de energía aquello que te trae el recuerdo del Amor incondicional, de la perfecta paz, de un poder que trasciende todo lo que hay en el mundo. Invocas la realidad del Cristo. Y todo ello solo depende de las piedritas que arrojes en tu mente.

Entonces, ¿Dónde has dibujado la línea? Cuando has dicho, Bien, acepto la neutralidad de todos los eventos en este ámbito, pero no en ese otro. Si mis amigos se divorcian o se separan, vale, eso lo veré como algo neutro. Pero, si mi esposa me deja, esto ya no es neutro. Si el padre de mi amigo le deja en herencia tres millones de dólares a sus hijos, está bien, eso está genial. Es un evento neutro. Pero si mi padre destina sus tres millones a obras de caridad y me deja a mí fuera de juego, entonces ya no es algo neutro.

Si los ríos de un país al otro lado del mundo se ensucian porque la consciencia de una comunidad permite que se construya una fábrica sin la suficiente seguridad, Bien, eso está en la otra punta del mundo: evento neutro. Pero si lo hacen en mi patio trasero, ya no es neutro.

Siempre es sabio mirar amorosamente para ver dónde has dibujado la línea, para ver lo que vas a contemplar como neutro frente aquello a lo que te aferras como algo con mucho significado y de incuestionable valor. Porque es ahí donde encontrarás lo que se requiere perdonar dentro de ti. Te hemos contado que la maestría es un estado de falta de miedo. Cuando valoras algo, y entonces te pones cabezota e insistes en que ese valor existe en ese evento o en ese objeto que están fuera de ti, lo que has hecho es asegurarte tu puesto en el miedo. Y el estado sin-miedo estará tan lejos de ti como el este del oeste.

Mira bien entonces a ver dónde has colocado un cierto valor, e insistido en que es algo incuestionable. ¿Cuántas veces en cada uno de tus días dices, 

¡Oh, tío! Si mi perro muriera alguna vez, no podría soportarlo. Sería mi final, o, Si el banco colapsara… oh, ¡Dios! ¡No podría soportar eso!

Ten cuidado con lo que decretas. Mira a ver dónde estás implicado emocionalmente, viendo el valor que hayas colocado sobre algo o sobre alguien, en cualquier tipo de relación, ya sea con tu esposa o esposo, con tu gobierno, con tu cuerpo, con tu gato o con tu perro, con tu cuenta bancaria –en todas las relaciones–.

Porque tú has hecho de ellas lo que son. ¿Y dónde puede ser experimentada la libertad salvo dentro de una consciencia que haya aprendido a trascender la contracción del miedo? Y el miedo es el resultado causado por el apego que tengas a los valores que hayas otorgado a los eventos que experimentas, constituidos por cosas, personas, lugares –siendo todos ellos en realidad solo eventos–. Toda red de relación te llega como algo perfectamente neutro. Tú decretas cómo es al definirla y nombrarla. Cuando te llega alguien airado y reaccionas, reconoce primero que tú decidiste que está airado, y que con esto has atraído todas aquellas asociaciones que en algún momento hayas decidido valorar con respecto a lo que la ira significa.

Y, no obstante, en ese mismo momento, tienes el poder de presenciar este campo de energía que circula a través del cuerpo, de la mente y del habla de la otra persona, y de verlo como una danza de energía, como un misterio que surge de alguna fuente desconocida, de alguna red de relaciones invisible. Y podrías contemplarlo con curiosidad y asombro si lo definieras de forma diferente. Esto es cierto para todo lo que surja. Incluso las así llamadas grandes enfermedades del cuerpo, que parecen amenazar la vida del cuerpo en tu mundo, pueden ser contempladas con perfecta neutralidad. Pero, si las defines de una manera específica, atraerás hacia ti mismo el miedo a ese evento, que vendrá con todas las asociaciones que hayas aprendido del mundo, de tus propias experiencias.

El mensaje de esta hora es pues simple, pero muy importante. Y se incorpora a todo lo que hemos compartido contigo anteriormente. Eres un creador, y no puedes hacer otra cosa que crear. Y entonces la cuestión es esta: ¿qué crearás en cada momento? Mucho más allá de la excitación que conlleva la magia de poder crear eventos u objetos en la realidad tridimensional, están esas ciertas cualidades que creas, como la de la paz, la ilimitación, la compasión, el perdón, la sabiduría.

También estas son creaciones.

La compasión no está por ahí, flotando en el universo, si tú no la manifiestas y la cultivas en tu propia consciencia. La Consciencia Crística no se puede decir que exista realmente, no para ti, hasta que no la creas en ti mismo. Ni siquiera tu unión con Dios existe, para ti, hasta que te decides a abrirte a la experiencia viviente de la misma, al igual que un alimento que nunca probaste no puede existir para ti hasta que no viajas a un cierto país, lo compras y lo introduces en tu cuerpo. O, más bien, en los días actuales de vuestra era, debería decir: hasta que no vas a una tienda de alimentos y encuentras la sección gourmet internacional. ¡Mmm!

Nada puede decirse que exista –para ti– hasta que hayas probado una experiencia viva de ello. Entonces, cuando oigas hablar de iluminación, o de la unión con Dios, o del Amor incondicional, deja de asentir con la cabeza pensando que ya sabes lo que son esas cosas, y dirige tu atención hacia dentro. ¿Habitas en la viva experiencia de esas cosas? Así de rápido [¡chas!] sabrás cuál es la respuesta.

Si la respuesta es,

No. Oigo hablar de iluminación y tengo algunos atisbos, pero realmente no sé lo que es porque no estoy sintiéndola completamente en mi experiencia viva.

Inmediatamente reconocerás que hay algo que has valorado, que no es la iluminación, y que insistes en mantener alojado en tu consciencia.

¿Qué es? Búscalo, encuéntralo, y decide si aún lo quieres ahí. Percibimos que hay muchos en vuestro mundo que les gusta ir por ahí como si estuvieran en un estado de paz, con una sonrisa en la cara. Quizás lleven la Santa Biblia en su mano, o algún texto así. Llevan algún símbolo religioso sobre su cuerpo para crear la apariencia de alguien que está en paz. Pero, interiormente, cuando encienden la televisión y ven cómo un leñador ha cortado otro árbol más, responden llamándolo “ignorante”, “estúpido” o “cateto”. En ese momento le han expresado al universo la verdad que están eligiendo vivir,

No soy alguien que quiera saber lo que es la paz. No soy de los que están interesados en el perdón, ni tampoco en la sabiduría. Estoy interesado en el juicio y en la superioridad que siento en mi cuerpo mediante el acto de juzgar a otro como alguien inferior a mí mismo.

En pocas palabras, es el momento de abandonar el fingimiento. Es el momento de comenzar a verse a sí mismo desde la perspectiva de un creador absoluto, creando incesantemente; es el momento de contemplar lo que exactamente estés creando en cada momento de tu experiencia; de llevar la cualidad de la inocencia infantil a aquello que realmente experimentas, y no a lo que le dices al resto que estás experimentando. Es el momento de ser honesto con los efectos de las ondas producidas por las rocas o las piedritas que hayas tirado en el campo del discernimiento, como en una gran forma de juego.

Porque, como ves, un creador que entiende su infinito poder de crear, que entiende que está continuamente creando sin cesar, que se están generando efectos momento a momento, que ciertamente está fabricando sus mañanas... un creador así, abandona contento la energía de la negación y cambia de rumbo para contemplar cada momento de su experiencia, y poder así discernir qué elección habrá sido tomada como para que hayan sido atraídos esos efectos que actualmente son experimentados.  

Cuando llega una factura y tu cuerpo se agita, y te preocupas y contraes porque no hay suficientes monedas de oro en la cuenta para pagarla, el creador se detiene y contempla todo lo que está siendo experimentado en el campo corporal, en el cuerpo emocional, y los pensamientos que se alojan en la mente. Comienza a darse cuenta de cómo está viendo los objetos alrededor, el mundo alrededor, para así poder comenzar a preguntarse asombrado, ¿Qué pensamiento debo haber arrojado en el estanque de mi mente para poder crear el efecto de una falta de monedas de oro? ¿Y sería este un pensamiento que yo querría seguir arrojando en mi mente de tal forma que consiga crear unos efectos similares en mis días venideros?

He aquí pues el portal a la sabiduría: no hagas tu creación inconscientemente, no crees inconscientemente y luego simplemente te des la vuelta y te vayas, sino que aprende sin cesar de tu creación. Porque así comienzas con el proceso de disolver la creación de un ser no-iluminado, y comienzas a concebir la creación de un Cristo aquí y ahora, en este momento. Nunca, nunca creas que tus pensamientos son neutros. Dije antes que los eventos lo son, pero no los pensamientos.

Porque tus pensamientos están literalmente imbuidos del poder de la creación. No crean de forma neutral. Es decir, cada pensamiento hace que reverbere una cualidad de vibración que se esparce a partir de ti, que toca los confines de la realidad manifestada, y que regresa hasta ti. Y eso será lo que tú experimentes en tu vida como eventos positivos o negativos.

Ahora bien, es muy cierto –por favor escucha cuidadosamente esto–, es muy cierto que en cualquier momento, mientras transcurre tu experiencia, mientras experimentas la reverberación, el regreso de las ondas que has enviado, en ese mismo momento, no estás siendo una víctima de lo que tú has creado. Porque en cada uno de tales momentos sigues siendo tan perfectamente libre como lo eras cuando primero arrojaste la piedra en el estanque, esa piedra que en un primer momento creó la onda. Eres libre de elegir cómo vas a experimentar el efecto de esa onda. Y si lo experimentas con libertad incondicional, con aceptación y Amor incondicionales, con perdón, neutralidad, inocencia, entonces, literalmente, desactivas los efectos de esa onda en el estanque de tu consciencia. Y entonces, en ese momento, te vuelves instantáneamente libre para poder comenzar a crear de una nueva manera las ondas que experimentarás en el futuro. Y es por esto por lo que nunca eres la víctima de la creación de nadie, y especialmente nunca lo eres de la tuya propia.

No es que la vida sea tan compleja que tú habrías creado todos esos impulsos y ahora te habrías quedado trabado en ellos. En el momento en que captas esto, dejas de reaccionar como si fueras una víctima y meramente contemplas esas ondas que regresan hacia ti, y que has enviado desde ti mismo, y dices,  esto ha llegado a mi campo de experiencia como un misterio deslumbrante. ¡Lo cual significa que yo soy un ser deslumbrantemente poderoso! Por tanto, contemplaré amorosamente esta onda. Sí, sé que necesita desarrollarse, pero, según lo hace, voy a ser lo suficientemente sabio como para ver su transparencia, la falta de efecto alguno. No cambia quien yo soy. No añade nada a mi vida. No le quita nada. Solamente es una experiencia, llamada Vida, pasando a través del campo de mi discernimiento. Si la contemplo amorosamente, si la abrazo, puedo transmutarla y por tanto me veré involucrado en el proceso de crear un tipo completamente diferente de onda vibratoria para crear mis mañanas.

Eso significa que, aunque el poder de tus pensamientos no sea neutro, los eventos que llamamos efectos, los efectos de esos pensamientos, sí pueden ser neutros o no serlo, dependiendo de cómo utilices el muy primordial poder del discernimiento. Estamos intentando, pues, comentar contigo lo infinitamente libre que eres.

Hay muchos que en tu mundo enseñan esa ilusoria doctrina de lo que se viene llamando karma, que dice que lo que envías ahora deberás experimentarlo tarde o temprano, y que la manera en que lo experimentarás estará directamente relacionada con la cualidad de la onda que envíes. Esto no es cierto. Eso te convertiría en una víctima. Y si estás hecho a imagen de Dios, y te aseguro que lo estás, no eres víctima del mundo que ves. No puedes, en verdad, ser víctima de nada ni de nadie en ningún momento, porque tu realidad es que estás hecho a imagen de Dios. Y si pudieras realmente ser una víctima, eso significaría que Dios no crea a semejanza de Sí Mismo. ¿Acaso un salmón procede de un roble? ¿Una nebulosa sale del vientre de una mujer? ¿Una frambuesa crece en la estantería de una tienda? No. Lo semejante engendra lo semejante.

Por tanto, ¿por qué creer que Dios, que no es sino Amor, Poder y Creatividad Ilimitados, podría alguna vez engendrar algo que fuera pequeño, inferior e impotente? No sucede así. Dios no puede ser víctima. Por tanto, la creación de Dios sigue sin haberlo sido. Todos los eventos siguen siendo neutros, y todo lo que los ecologistas y el leñador están haciendo es usar el poder de la consciencia para crear momentáneamente la creencia de que son una cosa y no la otra. Ellos valoran, desde su propia elección, un evento energético que llaman “árbol”. Y según el valor que le den, invocarán la cualidad de experiencia que vayan a tener en su campo de consciencia. Eso es todo lo que está sucediendo.

La energía que fabrica el árbol es para siempre eterna. Puede cambiar de forma, pero la Vida permanece. Por tanto, no lamentes que desaparezca una especie, sino que confía en la Gran Inteligencia que la hizo surgir en un primer momento, ya que aún está ocupada creando incluso unos universos mayores. Por eso la pérdida no existe.

¿Cómo se relaciona todo esto con tu experiencia cotidiana? Queremos sugerirte, y esto va a ser muy crucial (muy importante a medida que nos dirigimos hacia el siguiente año), que construyas unos cimientos sobre los cuales poder construir, si es que estás preparado para asumir completamente la responsabilidad de haber sido creado a imagen de Dios, y de ser por tanto un eterno creador.

Comienza ahora a utilizar algo de tiempo cada día, sin dejar pasar un día, en el que te sientas contigo mismo –y no con tu compañero, no con tus padres, no con la televisión, no con tu equipo deportivo favorito, no con tu actor o actriz favorita, no con tu religión favorita, no con tu dios o maestro o salvador favorito (ni siquiera yo)– te sientas contigo mismo, y comienzas reconociendo que tú eres Uno con Dios.

Entiende que el mismo cuerpo que parece tener un corazón ahí dentro y que está bombeando la vida para ti –y esto ya es en sí el efecto de decisiones y elecciones que has realizado–, o que la misma silla en que estás sentado, son el resultado de atraer, hacia el campo de tu discernimiento, una red de relaciones que es muy extraordinaria –una red llamada “universo físico”–. Y en ese momento, estás teniendo una experiencia que nunca has tenido antes: ¡estás sentado en la silla, ahora! Y tal evento es completamente neutro. Y nada que estés experimentando en tu consciencia existe o es originado por algo que se encuentre fuera de ti mismo.

Date a ti mismo cinco minutos para elegir, para practicar la elección, ¿Cómo es la experiencia de sentarse en una silla con una mente llena de preocupaciones, o bien con una llena de paz? ¿Y qué pasaría con una mente que piensa en todas las demás cosas que podría estar haciendo, o bien con una mente maravillándose ante el peso de un cuerpo, que siente la presión contra el asiento de una silla? ¿Y cómo sería con una mente que crea tensión en el modo en que el aire fluye a través del cuerpo, o bien con una mente que crea alivio y confort?

Cinco minutos de práctica sentándote en una silla como un creador infinito que crea exactamente lo que estás experimentando en tu campo emocional. Solo eso. Podrías incluso querer jugar con lo que podría ser la sensación de sentarse en una silla como un Cristo. ¿A qué se le parecería eso? Te dejo elegir si quieres o no experimentarlo. Cinco minutos cada día. ¡Hazlo sin falta! Permanece contigo mismo ¡y decide cómo te vas a experimentar a ti mismo ahora!

Porque ves, el “tú” que se sienta en la silla, con lo que sea que esté ocurriendo en tu consciencia, con cualquier sentimiento que estés teniendo en todo el cuerpo, con lo que sea que suceda en tus relaciones más importantes en ese momento, o con cómo el alimento es digerido por el cuerpo… todo ello, en el ámbito más completo de tu experiencia, es el efecto de cómo has estado ya un millón de veces sentado contigo mismo para sentirte a ti mismo en un millar de sillas diferentes.

Utiliza este mismo proceso de sentarte en una silla como un símbolo de preparar la mente para arrojar piedritas en ella, unas piedritas a partir de las cuales reverberarán las vibraciones, u ondas, que regresarán a ti.

Ves, es mucho más fácil enviar ondas –lo cual estarás haciendo de igual modo– y experimentarlas cuando vuelven de una manera dichosa, de una manera que te brinde paz y alegría y diversión y risa y juego e ilimitación… es mucho más fácil eso... que tener que embestir con tu cabeza contra algo que más bien querrías poder transmutar, o bien que querrías poder alejar de ti. Así que comienza con cinco minutos en los que reconoces que puedes crear la experiencia que quieras, como un sentimiento que te inunda a través de tu discernimiento, como una cualidad de pensamiento que permites que siga repitiéndose en la mente.

Puedes sentarte en una silla como un Cristo Despierto, ¡ahora!

¡Yo y mi Padre somos Uno! ¡Es un día maravilloso! He manifestado una forma física sentada en una silla en una esquina de una diminuta dimensión de la Creación. ¡Qué asombroso es este momento! Creo que simplemente me sentaré aquí y sentiré el corazón latiendo en el cuerpo y la respiración fluyendo a través de él. Ah, y se oye cantar un pájaro.

Estoy contento de haberlo atraído hacia mí mismo. Me gusta la manera en que el bocadillo está siendo digerido en este cuerpo. ¿Qué hermosos pensamientos puedo tener justo ahora? ¿A quién le puedo enviar Amor sin levantar un dedo? ¡Soy ilimitado para siempre! ¡Soy libre! ¡Soy libre! ¡Soy libre!

¿Crees que te gustaría tener esa experiencia durante cinco minutos? ¿Por qué no comenzar hoy? Porque muchos de vosotros en este plano físico seguís buscando cierta forma de magia que os brinde el Reino del Cielo. Esto no te lo puedes brindar a ti mismo. Solo puedes hacerte consciente de cómo estás usándolo para crear las ondas que envías a partir de ti mismo. ¿Conoces ese dicho de tu mundo, que dice que “vayas donde vayas, siempre estás contigo mismo”? Tú eres creación de Dios. Estás en el Cielo ahora. El Cielo no es un lugar. Es un estado de ilimitado e infinito poder creativo, pues es el reflejo de la Santa Mente de Dios.

¿Por qué no ser entonces alguien que practique ser la presencia del Cielo? Y si esto te parece demasiado abrumador, o algo demasiado fuera de tu alcance, entonces, juega con ello cada día solo durante cinco minutos. Y, créeme, no te amaré menos si, durante otras veintitrés horas y cincuenta y cinco minutos decides no jugar a esto y, en cambio, sí te decides a fingir y a sentir que eres inferior, indigno, no amado, no amoroso, no amable… que eres una plaga en la Tierra y que la vida te convierte todo el rato en una víctima –sigue adelante, de acuerdo–. Yo nunca interferiría en tu libre elección. No puedo llegar y llamar a tu puerta excepto durante esos cinco minutos. Y sigues siendo libre de utilizar el tiempo de la manera en que lo desees utilizar.

Pero, experiméntate como Cristo solo durante cinco minutos, cristalizando un cuerpo como un instrumento de comunicación transitorio, como un instrumento de enseñanza y aprendizaje que se deja caer sobre una silla en una esquina totalmente neutra de la Creación, puesto que tú quieres tener la experiencia de sentarte de forma dichosa, en paz, en tu perfecto reconocimiento de tu unión con Dios en este momento. Puede que incluso te veas a ti mismo atreviéndote a pensar cosas así, Bien, como soy un creador infinito, ¿Qué me gustaría crear para mis mañanas? Y si, durante esos cinco minutos, alguien toca la puerta y se trata del recaudador al que tienes que pagar una factura, ¿Qué importa? Esa es la experiencia de esa alma, la de creerse siendo el recaudador y viéndote a ti como esa persona mala que deberá acorralar. Déjales tener su experiencia. Siéntate con calma, escucha el golpeteo en la puerta, y permítete a ti mismo entretenerte con los bellos mundos que estás creando para tus mañanas. Aquí está la vía directa y estrecha que te lleva a la Vida; he aquí el ojo de la aguja a través del cual necesariamente vas a pasar.

Porque no basta con solo abrazar la idea de que, Soy el creador de todo lo que experimento.

Debes entonces elegir ponerlo activamente en práctica. Y eso comienza con la práctica de cinco minutos al día –eso es todo–. Y cuando sientas que puedes cumplirlo satisfactoriamente en esos cinco minutos, entonces puedes hacerlo con diez, y doce, y luego quince, y veinte… y suena tan poquita cosa…

Entonces, ¿quieres decir que me esté ahí pasando el rato como si fuera el Cristo Encarnado durante veinte minutos, totalmente unido a Dios, totalmente libre de comenzar a crear diferentes  ondas que yo nunca haya experimentado antes, sabiendo que regresarán y se convertirán en mi experiencia manifestada? ¡Sin duda! Pero ¿veinte minutos? Incluso si pudiera llegar a eso, sería una fracción muy breve del tiempo de todo un día.

Queridos amigos, si tuvierais la fe de una diminuta, diminuta semilla, sabríais que a partir de esa poca fe, crearíais el majestuoso roble cuyas ramas os protegerán del sol abrasador y confortarán a muchos. ¡Veinte minutos es una eternidad cuando se trata de crear tus mañanas!

Y si crees que las otras veintitrés horas deben ser ocupadas experimentando los efectos de lo que has creado hace mucho tiempo, de esas ondas que están regresando, que así sea. Juega con ello.

Permítete transmutar esos momentos.

Oh, mira, aquí estoy respondiendo la llamada de la puerta. Sí, el recaudador. Hola, entra.

Toma un vaso de agua. Sabes, tienes toda la razón, no pagué eso. ¿Y quieres saber por qué?

Pues, tonto de mí… realmente decidí crear la experiencia de ser alguien que solo puede crear carencia. Es por eso por lo que no tengo monedas de oro en mi cuenta. ¿Acaso esta no es simplemente la más jorobada de entre todas las historias? Oh, muy bien, así que vas a darle mi nombre a las autoridades y ahora no tendré crédito con nadie en el planeta. Bien, adelante si eso te alegra el día. Tengo otras cosas que hacer. Estoy ocupado creando un nuevo mañana. Y sé que todo a mi alrededor va a ser apartado de mí de todas maneras, porque todo lo concebido en el tiempo acaba con el tiempo. Mi casa desaparecerá, mi automóvil también, y mis ropas, y mis amigos... desaparecerán. Todo lo que he experimentado en el tiempo está cambiando de todos modos, así que tú sigue, hazme caso.

Eso solo acelerará el proceso.

No hablo así en broma. Lo digo desde la perspectiva de quien ya es un Cristo Despierto, alguien que ya sabe cómo concebir universos para crear aquello que es santo, bueno y bello. Sé que esta es la manera. Es la única manera. Suelta el valor que le hayas dado a tus experiencias, incluso al recaudador, y pasa tu tiempo no ahí, sino decidiendo qué piedras vas a arrojar en tu campo mental.

Pues vas a crear a resultas de lo que elijas pensar hoy. Y lo que valores hoy se te mostrará mañana.

Aprendí a valorar lo ilimitado. Aprendí a valorar el Amor. Aprendí a valorar la valentía. Sí, mi método para hacer eso fue realmente extraordinario, y no te recomendaría que siguieras mis pasos.

¡A menos, por supuesto, que te gustara el drama de ser clavado a una cruz y luego ser elevado en ella frente a todos tus amigos para poder aprender a trascender el miedo en tu mente! Aprendí a valorar la comunicación ininterrumpida con cada alma en cada dimensión de la Creación. Aprendí a valorar solo mis pensamientos amorosos. Y concebí o hice nacer y crecer un Cristo a partir de la misma semilla de discernimiento que existe por igual en cada uno de vosotros.

Por tanto, allá donde estés en este mundo, mira a tu alrededor. Mira los objetos que ves. Mira la gente que veas alrededor de ti, si hay alguien. Cualquier sonido que esté llegando a tu campo de consciencia, cualquier imagen o idea que puedas albergar de lo que tú eres o de lo que el mundo es, todas esas cosas son solamente ilusiones temporales y fugaces. Pasarán, y comenzaron ya a irse en el momento mismo en que fueron creadas.

Por tanto, ciertamente, queridos amigos, contemplad todo lo que esté a vuestro alrededor, y decidid qué valor tiene para vosotros. ¿Lo consideráis como algo que deberíais tener en vuestra existencia?

¿O elegiríais contemplarlo como algo que habéis atraído juguetonamente hacia vosotros, apreciándolo, y que bien puede irse mañana sin que vuestra paz se vea perturbada? ¿De qué manera percibiréis el mundo?

Cinco minutos, uno por cada dedo de la mano; un minuto para elegir sentarte como Cristo en medio de tu reino, tu creación, y en el que tú decides qué pensamientos albergar y, por tanto, determinas cómo ver todo lo que esté en el campo de tu discernimiento, y qué pensamientos tú permitirás que comiencen a generar las ondas que enviarás y que regresarán –no hay modo de escapar de ello–, que regresarán hasta ti.

Porque hubo una vez, ciertamente, un hortelano que iba a plantar semillas en su tierra. Pero antes de hacerlo las seleccionó de forma muy cuidadosa. Y aunque otros hortelanos se daban mucha prisa, porque pensaban,

Oh, mira, es el momento de plantar. Todo es perfecto. Las condiciones son justo las apropiadas. Debemos darnos prisa y plantar.

Y compraron las primeras semillas que pudieron encontrar, y marcharon para esparcirlas por el suelo, comenzando con su atareado trabajo, haciendo lo que tenían que hacer. Y ten por seguro que obtendrán su cosecha.

Pero el hortelano sabio esperó, y aunque sus colegas se reían de él, seleccionó cuidadosamente cada semilla. Esperó a poder acogerlas en sus manos, y dijo, Oh, me gusta la vibración de esta semilla. Se siente muy bien. ¡Oh sí! Puedo simplemente ver la hermosa planta que saldrá de aquí. Su fruto será el más dulce del valle.

Y reunió sus semillas. No prestó atención al paso de los días en el calendario. No prestó atención a las cambiantes condiciones climáticas.

Sabía que, en cuanto llegara el momento correcto, la semilla sería plantada, y que a partir de ella emergería la flor de esas semillas. ¡Lo sabía! No dio crédito a las opiniones de sus colegas. Disfrutó del proceso de amar las semillas que estaba acogiendo como propias. Y entonces, el granjero dejó en remojo la semilla en el barro de su tierra, que es como una imagen del suelo de tu propio discernimiento. Y plantó las semillas, apisonó la tierra, las nutrió, las regó, y las cultivó con una sonrisa en su cara.

Y sí, las semillas de los vecinos parecían estar ya brotando del suelo. Mas las suyas no podía haberlas dejado de cuidar como lo hizo, porque sabía que esas semillas le brindarían una cosecha eterna, para que pudieran hacer algo más que meramente brotar algún día del suelo para con ello poder arrojar algún fruto mediocre y morir. No, no solo eso, pues él había seleccionado las semillas que le iban a brindar, constantemente, en cada estación, el mejor de los frutos. Y las amaba, las nutría y las cuidaba. Y mucho después de que los demás granjeros se hubieran aburrido y agotado, y tras haber experimentado la sequía, sucediendo que sus semillas daban frutos y venían insectos a destrozarlos de modo que no eran los elegidos y comprados por la gente en el mercado, este solo granjero se hizo el más grande de todo el valle.

Y la gente quería venir de todo el mundo para poder morder, para probar siquiera un pedacito del fruto de su huerto. Y, no obstante, el hortelano se deleitaba meramente amando y nutriendo continuamente esas semillas, y cultivando día a día el suelo en el cual eran plantadas. Nunca retiró su consciencia de su perfecta unión con esas semillas. Nunca, ni una sola vez, se olvidó de que él fue quien creó su huerto como resultado directo de la cuidadosa selección de las semillas que plantaría en su suelo. Y aunque algunos se maravillaban por su gran fortuna y otros le envidiaban su suerte, el hortelano siempre supo que no había nada de mágico.

Él meramente seguía los pasos de la sabiduría que le fue otorgada por Dios, Toma Mi Fruto y plántalo en tu consciencia. Reconoce que tú eres Uno conmigo, y que el Fruto que experimentas es el resultado de las semillas que plantas en tu propia consciencia, de tal modo que no puedes experimentar otra cosa que el resultado, el fruto, de las semillas que plantes. Nada brota en la viña de tu experiencia por accidente. Por tanto, crea conmigo, Hijo Mío. Crea a semejanza de Mí Mismo, al reconocer, RECONOCER, que eres un creador, un hortelano, un sembrador. Y cosecharás, ciertamente, la cualidad de las semillas que plantes, igual que tú, Querido Hijo, eres la cosecha de la semilla que una vez planté,

cuando por vez primera albergué el pensamiento de ti en Mi Santa Mente. Y en ese momento, surgiste como un rayo de luz solar, hecho a Mi imagen. Te albergo como el pensamiento de Amor en la forma. Y te otorgo todas las cosas buenas.

Por tanto, contémplate a ti mismo tal y como yo te veo. Acógete a ti mismo tal y como yo te abrazo. Acéptate a ti mismo tal y como eres –un creador, creando sin cesar–. Y al igual que me senté en Mi trono (el del así llamado Dios de toda la Creación, lo que significa en realidad sentarse en el centro de Todo Lo Que Es), y te contemplé como un pensamiento amoroso, así, elige tú también permitir que solo los pensamientos amorosos entren en tu consciencia. Elige permitir que sean solo pensamientos amorosos los expresados con tus palabras. Elige permitir que sean solo pensamientos amorosos los traducidos por tus gestos, tus elecciones, tus acciones… y así, crea tal y como yo te creé: como aquello que extiende gozo para siempre; como aquello que extiende lo santo, lo bello, y lo bueno, para siempre. Porque eso es lo que tú eres. Y así es como te pensé cuando te creé. Y así es como tú sigues siendo eternamente.

Por tanto, únete a Mí, extendiendo tu creación, tal y como yo te extendí a ti. Y, como has manifestado un cuerpo físico, acepta la enseñanza de Mi Hijo, y permite que ese cuerpo sea colocado en una silla para que puedas pensar como la Mente de Cristo durante cinco minutos. Y comenzarás a engendrar una eternidad que refleja el Esplendor del Cielo, igual que tú reflejas Mi Esplendor cuando contemplo la Ilimitada Alma que tú eres.

Ciertamente, en todo el valle solo había un granjero que fuera sabio. ¿Elegirás tú unirte a la multitud de granjeros apresurados? ¿O bien elegirás instalarte como aquel que sabe cómo crear sabiamente y que, con fe, permanece en perfecta certeza y se sienta meramente a esperar a que lleguen las ondas del Cielo para que reemplacen las ondas del infierno, esas que una vez tú creaste sin darte cuenta?

Todo el mundo, como ves, es un ministro, un pastor. No puedes sino serlo para todo el mundo y en cada momento. ¡Por tanto, comienza tu ministerio de la Consciencia Iluminada ahora! Y te prometo esto, absolutamente, irrevocablemente: ¡experimentarás todo lo que yo he conocido y más!

Experimentarás una victoria completa sobre la muerte. Experimentarás completa ilimitación y abundancia. ¡Experimentarás perfecta paz, perfecta mentalidad milagrosa, perfecta comunión ininterrumpida en éxtasis con toda la Creación!

Una vez, cuando era un hombre, se me enseñó a sentarme apoyado en el tronco de un árbol cinco minutos cada día, y a imaginarme allí a mí mismo como el creador de todo lo que pudiera pensar, de todo lo que pudiera ver, y de todo lo que pudiera sentir. Cinco minutos extraídos de las horas de juego de un niño. Tú eres un niño jugando en tu propio reino. ¿Darás cinco minutos para aprender a ser un Cristo que crea en perfección ilimitada en alineamiento con la Mente de Dios, y cuya experiencia es siempre esplendorosamente dichosa y libre de limitación y de miedo? Siempre vas a experimentar tu creación. Lo que la creación sea, y cómo la experimentes, dependerá enteramente de ti.

Esto, entonces, completa el mensaje de esta hora. Y como puedes ver, el mensaje ya estaba en gran medida en la anterior. Pero aquí se comienza a traducir la Verdad en acción, una muy simple y muy práctica, tan simple y tan práctica que te verás muy presionado a encontrar una razón contra ella, una excusa. Pero aquellos de entre vosotros que estáis muy ocupados intentando atender a las cosas que la vida os arroja, incluso vosotros, sabéis que podéis sacar cinco minutos. Y esos cinco minutos pueden ser el comienzo del nacimiento de todo un nuevo universo para ti mismo.

Mmm… ¡feliz sentada! Y con esto, ciertamente, queridos amigos, la paz sea siempre con vosotros, al tomar la decisión de elegir recibir paz, como un Cristo. Aquí reside el secreto de mucho de lo que vendrá en lo que llamas tus futuros meses. Porque lo que aquí busco llevar a cabo, concretamente en este trabajo, en esto que llamas y conoces como Shanti Christo, es el nacimiento de una multitud de Cristos que moren en tu planeta Tierra al mismo tiempo. ¡Cosa nunca antes realizada!

Imagina un mundo con diez millones de Criaturas de Dios despiertas, plenamente despiertas, y no solo como una creencia o una idea, sino habiendo dominado el miedo, y sin vivir ya nunca más en la duda, del tipo que sea, y que estén ocupadas creando universos que reflejen perfectamente el Reino del Cielo. Imagínalo –¡si te atreves!–.

Eso comienza ahora. La paz sea entonces con vosotros siempre. Practica bien en tus próximos 30 días, o periodo mensual, antes de que nos encontremos de nuevo. Si no, te encontrarás teniendo que volver atrás y volviendo a comenzar, de todas maneras, antes de que puedas recibir la siguiente fase o etapa de lo que va a ser compartido. La elección es tuya.

La paz sea entonces con vosotros, siempre.

Amén.

Este nombre se trata de la Fundación que ya ha salido a relucir anteriormente. Ver la página 12 de este libro y el apéndice 1 al final.


Lección 9. Preguntas y respuestas

Pregunta: ¿es necesario, Jeshua, volverse para mirar los demás aspectos de nosotros mismos y pedir perdón por los errores que sentimos que hemos cometido?

Respuesta: esta es una buena pregunta, muy buena. Me alegra que la hayas hecho. Quiero sugerirte que transcribas esta cuestión y la respuesta que te voy a dar, y se la envíes a este mi querido amigo, y a su pareja, y les digas que he sugerido que sería del todo apropiado incluir la pregunta y la respuesta en su próxima comunicación con todos sus amigos.

Ahora bien, ¿es necesario volverse para mirar aquellos aspectos de nosotros mismos, y pedir perdón, volviéndose hacia aquellas voces en la mente? ¿Es necesario volverse hacia ellas para poder provocar cierto tipo de sanación? Escucha muy cuidadosamente: no hay, en Verdad, nada que sea necesario en sí. No hay nada grabado en piedra que deba alcanzarse para poder hacer que se dé la sanación, excepto una completa e incondicional autoaceptación. La manera en que cada mente llega a esa meta será única y algo diferente. ¿Y por qué es esto así? Porque cada mente emplea la libertad de su poder, su libertad de consciencia, para crear una espiral que aparentemente la aleja de su profundo sentido de unión perfecta con Dios.

Si pudieras imaginar muchas hebras de hilo repentinamente desplegándose a partir de una bola central, y todas yendo aparentemente hacia fuera, cada una a su manera y con una dirección propia, eso vendría a representar las muchas mentes que se han separado, apartándose de la Única Mente del Hijo de Dios. Y, por tanto, se encuentran a sí mismas aparentemente al final de ese hilo, en algún lado ahí fuera, en el vasto espacio de la Mente, y queriendo regresar a casa. Y entonces, comienzan a crear su camino de regreso a Dios.

Y la mente, al hacer eso, está en realidad empleando eso mismo que es en realidad el Reino del Cielo, que es tu unión con Dios. Así que estás usando el poder de la consciencia para crear percepciones de ti mismo, y de todo aquello que ves a tu alrededor, para realizar el viaje de vuelta a casa. Una idea te viene a la mente, y te mueves en esa dirección. Y parece que funciona por un rato. Y entonces, tienes que moverte hacia una idea diferente, hacia una más profunda. Todo el mundo está haciendo eso. Y así, todos están literalmente creando su camino de vuelta a casa, y casi sin reconocer que lo que están buscando es el propio poder de crear, con el cual están creando el camino a casa.

Así, en cualquier momento, puede darse el milagro de los milagros, el salto cuántico que trasciende el tiempo, porque la mente puede entender repentinamente que todo lo que necesita hacer y comprender es la aceptación de sí misma, y que con eso, ya está en casa. Generalmente hay atisbos de ello. Y así, se dan pequeños saltos cuánticos, pequeñas aceleraciones en las que se ven descartadas viejas ideas y percepciones a medida que la autoaceptación se hace más profunda.

De nuevo, ocurre para ti, así como para muchos otros, que parecería que hay fases en las que el acceso a las diferentes voces que has fabricado en tu intento de fragmentarte a ti mismo, al separarte de Dios, bien podría ser algo perfectamente apropiado, perfectamente dador de poder –e incluso va a parecer que es algo necesario a partir del punto en el que estáis, al ir volviendo por esa hebra de hilo, por vuestro propio camino de regreso a la unión perfecta–.

Así, para cada mente es entonces necesario mirar adentro, y ser realmente honesta. 

¿Qué estoy sintiendo?

Sigo sintiendo que no me he perdonado a mí misma, o sigo sintiendo esta cosa, o esa otra.

Siento que esta voz sigue hablándome, y dice, “no eres lo suficientemente bueno; no eres lo suficientemente lo bueno”.

Si esas voces te siguen llamando, algo está reclamando tu atención. Entonces, puede que lo mejor sea aceptarlas como tu camino a casa. Puede que sean diferentes para los demás, pero eso es irrelevante, ya que la comparación y el contraste son impulsos de la mente egoica y no de la Mente de Cristo.

Meramente observa lo que esté ocurriendo en ti. Y entonces permítete llevar a cabo la acción que sea necesaria para poder provocar esa sanación que sigue llamándote. Finalmente, toda sanación es la sanación de la percepción de ilusiones. Así que sí, la voz que te está llamando es una ilusión, una quimera. Es un eco de algo muy viejo que nunca sucedió realmente. Pero en el gran sueño de separación en sí, es muy insensato rechazarla.

Por tanto, querido amigo, a ti te responderíamos que sí. Como esas voces te llaman, y como has tenido un sentimiento, incluso en tu cuerpo, de que no has alcanzado totalmente el autoperdón, entonces, dirigiendo tu atención hacia ellas –de forma inocente y juguetona– y escuchando esas voces que se te están repitiendo (haciendo eco en ti justo en esos lugares a los cuales no has extendido perdón), conseguirás llevarlas a la superficie. Y entonces, mantén un diálogo con ellas como si fuesen una entidad separada.

Y entonces aprende a rodear esas partes con tus brazos de perdón. Este es un aspecto importante en tu camino único de vuelta a casa, hacia esa bola central de hilo que hay en medio del Corazón de Dios. Y esto es cierto para todos. No puede rechazarse, no puede ser negado, no puede ser comparado, analizado, juzgado. Solo puede haber aceptación, permiso, abrazo, confianza, sentimiento –hasta que esa Única Mente encuentre su manera de llevar el barco a puerto–. Nadie lo puede hacer por ti. Sin embargo, puedes tener muchos amigos, como yo, que te asistirán de la manera que hayas elegido.

¿Tiene todo esto sentido para ti?

Respuesta: se lo enviaré a Jon Marc35 y a Anastasia.

Jeshua: ciertamente eso me gustaría, pues sirve al encaje más amplio de ese hilo que está siendo entretejido ahora entre los muchos que han sido llamados y los muchos que serán llamados a unirse a esta aventura que es denominada: la energía de Shanti Christo. Piensa sobre ello así: cuando la Única Mente se fragmentó en muchos puntos de Luz, en una esquina del Universo había unos pocos cientos de miles de puntos de Luz que dijeron, al ver la espiral,

Bien, ¡vemos que rotando nos alargamos juntos hacia fuera de la bola central, e igualmente podríamos regresar ya, rotando juntos hacia dentro!

Respuesta: eso es precioso. Te había querido preguntar esto durante mucho tiempo.

Jeshua: sí, lo sé. ¿Sabías que aquella pregunta ante la cual parezca haber resistencia en la mente, es justo el portal de entrada que está siendo presentado por el alma a la mente consciente, y a través del cual se da el siguiente paso de vuelta en el hilo o espiral de regreso al Corazón de Dios? Es por eso por lo que las preguntas que vienen de las profundidades de la Mente son de la mayor importancia. Y puedes entrenar a la Mente para observar la pregunta misma, y decir, ¡Ah! Esto es un portal que surge para mí. Me pregunto qué habrá dentro de esta pregunta.

¿Qué viene a revelarme esta pregunta que está surgiendo desde lo más profundo de mi ser? ¿Qué me oculta? ¿Qué energía está empezando a cambiar en mí ahora? 

No es un error, se escribe sin hache, Jon (se trata del canalizador-autor, y él escribe su nombre así: Jon). Es Jon Marc Hammer.

La pregunta siempre refleja lo que está viniendo de la profundidad de la Mente misma para ser aprendido, integrado, trascendido.

¡Ahí lo tienes! Ahora ya tienes algo a tener en cuenta, de vez en cuando.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Cualquier enfermedad se desarrolla primero que nada a nivel de información, Grigori Grabovoi

Cualquier enfermedad en realidad siempre se desarrolla primero que nada a nivel de información.

Y sólo cuando se haya desarrollado y formado en suficiente grado, se mostrará a nivel físico, eso significa que será descubierto en el cuerpo físico.

Basado en esto es evidente que el tratamiento justo del cuerpo físico es el tratamiento de los efectos.

Una vez que se inicia el tratamiento, las causas siempre deben tenerse en cuenta.

Las causas tienen sus raíces en los niveles etéreos de la existencia.

Por lo tanto, la curación efectiva puede estar bastante fácilmente asegurada debido al uso activo de la consciencia de uno mismo.

Fuente: Grigori Grabovoi, "La resurrección de la gente y la vida eterna de ahora en adelante es nuestra realidad!"