miércoles, 31 de mayo de 2017

El estado de conciencia determina nuestra Vida

TRES PROPOSICIONES (1954)
Neville Goddard (1905-1972)
Traducido: Laura Arrojo, April 22, 2015

Bueno, mi primera proposición es esta:
-El estado de consciencia del individuo determina las condiciones y las circunstancias de su vida.
La segunda proposición es que:
-El hombre puede seleccionar el estado de consciencia con el que desea identificarse; y la tercera que sigue naturalmente - por lo tanto, es que:
-El hombre puede ser lo que quiere ser.
Si la primera proposición es verdad que el estado de consciencia del individuo es la única causa del fenómeno de su vida, entonces la pregunta normal y natural que uno se pregunta es: “¿Por qué no cambia su estado actual a un estado más deseable, si puede cambiarlo? Bueno, no es tan fácil como parece.

Hoy espero poder darles una técnica para hacerlo más fácil, pero al hombre le cuesta mucho dejar las cosas de las que se ha acostumbrado. Todos hemos crecido con la costumbre de estancarnos en  lo habitual. Podrá parecer extraño, pero una caricatura muy áspera apareció hace unos años atrás, durante la segunda guerra mundial; quizás la vieron, salió en la revista “New Yorker”, y era una de las de George Price.

En la caricatura, había solo una pequeña habitación, una pileta de cocina donde se veían muchos platos apilados sin lavar, el empapelado que se caía de las paredes, y estas dos personas en sus cincuentas, ella sentada en una silla leyendo una carta, con pelo descuidado, y él con  ropa descocida y emparchada, y la leyenda de la imagen es esta. Ella está leyendo una carta de su hijo que era soldado, y estaba en la guerra, y la leyenda decía: “dice que extraña estar en casa”.  Ahora, deberían ver el interior de esta casa mono ambiente,  completamente desordenada, ¡pero el muchacho extrañaba su casa!
Caricatura de George Price, a la que se refiere Neville.

Para el hombre es muy difícil desapegarse de lo habitual; así que esta mañana les traigo estas tres proposiciones, y espero explicarlo claramente para que ustedes puedan aplicar este conocimiento, para realizar todos sus objetivos. Es la tontería más grande esperar a que vengan cambios por el mero pasaje de tiempo, porque aquello que requiere que cierto estado de consciencia produzca su efecto, no puede efectuarse sin tal estado de consciencia.  La mayoría de nosotros no sabemos ni a que nos referimos por estado de consciencia. Para aquellos que están aquí por primera vez, nos referimos a estado de consciencia como la suma total de todo lo que el hombre cree, acepta y da consentimiento como verdadero.

Ahora, puede que algo no sea verdadero; podría serlo, pero no necesariamente tiene que ser verdadero; puede ser falso, puede ser mitad verdadero, podría ser una mentira, podría ser una superstición, podría ser un prejuicio, pero la suma total de todo lo que el hombre cree, constituye su estado de consciencia. Es en la casa en la que él mora, y mientras siga permaneciendo en esa casa, seguirá siendo confrontado por problemas similares; las circunstancias de la vida permanecerán siendo las mismas.

Aunque se mueva físicamente hasta los confines de la tierra, seguirá encontrándose con condiciones similares; él no puede escaparse de la casa en la que reside. La biblia habla de estas casas como mansiones del Señor, habla de ellas como ciudades, habla de ellas como habitaciones, como las habitaciones de arriba; utiliza todo tipo de palabras para describir los estados de conciencia del individuo. Y a lo que la biblia apela siempre es a mudarse y ocupar un nivel más alto, queriendo decir que nos movamos hacia arriba a un nivel superior dentro de uno mismo.

Ahora, si tú no sabes en qué estado estas morando, hay una técnica muy simple que puedes utilizar para descubrir ese estado: porque el hombre que mora en un estado, y todos estamos morando en algún estado, puede descubrir fácilmente en qué estado está morando al escuchar su interior  y observar sus propias conversaciones mentales, ya que el estado está cantando su propia canción y se revela a sí mismo en la conversación interna del hombre. Si estás dispuesto a escuchar atentamente y sin criticar, a lo que tú estás diciendo internamente, descubrirás al estado.

Y no te sorprenderá que las cosas estén como están porque escucharás dentro de ti mismo la causa del fenómeno de la vida. Así que lo que estás diciendo y haciendo internamente es mucho más importante que lo que sabes externamente o lo que expresas en apariencias externamente; así que cuando el hombre sabe lo que está haciendo internamente, puede cambiarlo.

Si tú nunca has observado tus reacciones hacia la vida; si estás completamente inconsciente de tu comportamiento subjetivo, entonces estás inconsciente de la causa de las cosas en tu vida. Pero si te concientizas del estado en el que moras, entonces simplemente vas y lo cambias.

Ahora, aquí hay una técnica que yo he encontrado muy útil y creo que funciona como un milagro; cualquiera puede hacerlo. Sé que muchos de ustedes aquí posiblemente vengan de caminos extremadamente ortodoxos, y hasta les parecerá extraño estar aquí, pero les aseguro que no están solos, muchos de sus líderes en el campo ortodoxo buscan a una audiencia con un orador; muchos rabinos han venido a mi casa, muchos curas también, y hasta muchos líderes protestantes.

Muchos de ellos. Vienen a mi casa por las interpretaciones del libro que públicamente jamás se atreverían a dar, excepto por la interpretación más literal que dan. Así que no se sorprendan si escuchan cosas aquí que los dejaría perplejos; sus líderes han quedado perplejos; pero esta es una técnica que he encontrado muy útil.

Primero que todo, el hombre está parado para siempre, en la presencia de una energía infinita y eterna, de la cual todas las cosas proceden, pero siguiendo un patrón definitivo: esta energía no sale del hombre y se cristaliza en cosas de manera extraña y al azar. Sigue una vía definitiva y la vía que sigue es fijada por el hombre mismo en su propia conversación interna. Así que el hombre es llamado para cambiar su manera de pensar para así cambiar su mundo, porque se nos ha dicho: “sean transformaos mediante la renovación de vuestra mente” (Romanos 12: 2 ).

Pero el hombre no puede cambiar su manera de pensar a menos que cambie sus ideas, porque él piensa desde sus ideas. Así que si cambiara y me transformara, tendría que establecer una nueva vía, y la vía siempre se establece en mi propia conversación interna.  Entonces, ¿qué estoy diciendo ahora que aparentemente estoy solo?; puedo sentarme en esa silla, o pararme aquí, o caminar las calles, y no puedo parar de hablar. El hombre no se da cuenta que está hablando, porque nunca está lo suficientemente quieto para escuchar la voz que está hablando dentro de él, pero él está susurrando internamente lo que externamente está tomando lugar como condiciones y circunstancias.

La mayoría de las cosas que susurra son negativas para justificar su comportamiento. No hay necesidad de justificar. El hombre está excusando sus retrasos o excusando el fracaso, o está peleando, o está juzgando duramente, o está condenando. Muchos de nosotros tenemos afectos secretos por dolencias; no queremos ser queridos por ciertas personas; tan solo no nos gustaría que les agrademos.

Simplemente no queremos que ciertas cosas sucedan en nuestro mundo aun cuando esas cosas puedan traer un mejor confort y una mejor satisfacción. El hombre tiene un sentimiento extraño y peculiar, un pequeño agrado al sentirse no querido o ante el sentimiento de ser lastimado, y le gusta hablar de eso. Bueno, intenta sacar a ese hombre de su estado habitual: será tan difícil como mantener lejos a ese soldado de ese espantoso mono-ambiente; volverá a su espantoso mono-ambiente interior.

Tu no ves los platos sucios dentro de ti mismo, pero si pudieras ver solamente el estado psicológico interno en el que la mayoría de nosotros moramos, veríamos una habitación mucho más sucia que la que George Price ilustró en la revista “New Yorker”.  Hay muchos platos sucios dentro de nosotros: externamente los lavamos, pero se nos dice en la biblia que dejamos nuestro interior sin lavar y nos convertimos en “sepulcros blanqueados”; (Mateo 23: 27 y 28).

Ahora, si yo sinceramente deseara cambiar mi mundo, no hay nadie en mi mundo a quien tenga que cambiar sino a mí mismo, así que no necesito cambiarte a ti como individuo pero necesito cambiar mi actitud hacia contigo. Si yo no te agrado, o si yo creo que no te agrado, o si tu comportamiento me ofende, la causa de mi ofensa no está en ti ni en tu comportamiento, sino que tengo que buscar la causa dentro de mí mismo.

Ahora, si yo realmente soy honesto en mi búsqueda, encontraré la causa y descubriré que cuando pienso internamente sobre ti, nunca estoy teniendo una conversación agradable contigo. Así que déjame que me siente ahora, y te traiga al ojo de mi mente, y mientras te traigo al ojo de mi mente déjame imaginar una conversación que implicaría un cambio radical en mi mundo; déjame que te traiga a mi mente y cambie mi actitud hacia contigo, al establecer nuevas vías en relación contigo.

Esta nueva vía se convertirá luego, en las vías a través de las cuales esta energía eterna se verterá, una energía que solamente está pensando; moviéndose a través de las vías que establecí en mi propia conversación interna que resultará en los cambios en mi mundo externo. Ahora, si repito la conversación y lo hago más seguido, entonces se convierte en hábito y descubriré que cuando estoy viviendo los asuntos de mi Padre en el mundo externo, es porque internamente estoy manteniendo a través del hábito, estas conversaciones ya cambiadas y más amorosas.

Ahora, una transformación de la conciencia resultará definitivamente en un cambio de ambiente y condiciones. Pero me refiero a una transformación de la conciencia, y no a una pequeña alteración de la conciencia como un cambio de un humor.
Se siente bien cambiar de humor de uno desagradable a uno más agradable, pero lo que yo quiero es una transformación; y por transformación me refiero a cuando me moví a un estado al cual me muevo tan seguido que se convierte en hábito y ése estado crece hasta estabilizarse, a punto tal que expulsa hacia afuera de mi conciencia, todos sus rivales; entonces es ése estado central habitual el que define mi carácter y constituye realmente mi nuevo mundo.

Expresa una transformación, pero si lo hago solo por un pequeño rato, y luego vuelvo a mi estado anterior, entonces puede que haya tenido una pequeña elevación temporal, pero no notaré cambios radicales en mi mundo externo. Solo notaré estos cambios en mi mundo externo, si he cambiado realmente en mi mundo interno. Luego, sin esfuerzo alguno de mi parte, encontraré mi mundo externo cambiando para corresponder a los cambios que tomaron lugar dentro de mí.

Así que tómalo en cuenta; no puedo repetirlo suficientes veces; no puedo darle más importancia; esta cosa maravillosa llamada La habilidad del hombre de poder hablar internamente y sin la ayuda de nadie en el mundo, sentado solo en tu casa tu puedes construir una oración que implicaría el cumplimiento de tu ideal; puedes construir una oración que implicaría que una amiga a la que he bendecido ahora ha realizado su objetivo; que la cosa que ella quiere, ella ya la tiene. Entonces, ¿Qué te diría ella, si ya lo hubiera logrado? Bueno, tú escuchas atentamente como si lo hubieras escuchado, y tú realmente lo escucharás si estás lo suficientemente quieto. Lo escucharás como si viniera de afuera lo que en realidad estas susurrando dentro de ti.

El hombre, es este maravilloso templo donde todas las obras son hechas, y el mundo externo es solo una proyección del trabajo hecho dentro de sí mismo. Esto, llamado el hombre presente, desafortunadamente está dormido. Se nos dice tan maravillosamente en la Biblia, que Adam dormía, en el segundo capítulo de Génesis. Él fue puesto en un sueño profundo, del cual no ha sido despertado.
No hay referencia en la biblia que diga que Adam fue alguna vez despertado de su sueño, pero sí hay una referencia donde dice que él despertó, pero no como Adam; él despertó como el segundo hombre llamado Cristo Jesús. Entonces en Cristo ellos despiertan; en Adam todos duermen, pero el hombre que es totalmente ignorante de la actividad mental que ocurre dentro de él es aquél que duerme como Adam: él no lo sabe.

Él camina con sus ojos bien abiertos, él podrá ser una persona muy importante en el mundo, podrá ser rico, podrá ser famoso, podrá tener todas las cosas que tu admiras, pero si es completamente ignorante de esa actividad mental que es la causa del fenómeno de su vida, ése hombre está completamente dormido y es personificado como Adam.

Él podrá leer su biblia y pensar que es una historia literal; leerá donde dice que Adam fue puesto en un sueño y que de Adam se sacó una costilla y que una mujer fue formada y llamada Eva, pero cuando un hombre comienza a despertar, se da cuenta que ésta Eva simbólica de la biblia es solamente su propia emanación ahora llamada con el nombre naturaleza. Y la naturaleza es su esclava, y ella debe moldear la vida sobre él, de la manera en que él moldea la vida dentro de sí mismo.  Pero si él está dormido, entonces la moldea en confusión, pero de todas maneras la está moldeando, ya que está utilizando la misma técnica que su Padre utilizó para crear un mundo.

Él utiliza el discurso, utiliza la conversación interna, y así es como todo este vasto mundo ha sido traído a la existencia; así que él utiliza la misma técnica, él tiene discurso y él tiene mente, pero en el estado de sueño, él trae condiciones extrañas, y no sabe que él es la causa de estas cosas extrañas que lo rodean. A medida que comienza a despertar, despierta solo como un solo ser, él despierta a Cristo Jesús, y el ser llamado Cristo Jesús personificado en nuestro evangelio es simplemente la despierta y amorosa imaginación.

El amor imaginativo, donde solo el amor guía, es incapaz de oír nada que no sea amoroso. Cuando ese ser comienza a despertar, no ve las cosas en pura objetividad, sino que ve todo subjetivamente relacionado con él mismo. Es incapaz de conocer a un extraño; podrá conocer a uno por primera vez, pero él sabe que no es realmente un extraño; que ese hombre no tenía poder para venir a su mundo salvo que él mismo lo haya atraído desde su interior. “Nadie puede venir a mi si no lo he traído” (Aprox. Juan 6:44); “Ningún hombre me quita la vida, yo mismo la entrego.” (Juan 10:18), “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros.” (Juan 15:16).

Aunque en apariencias parecería que tú has venido ahora por primera vez en mi vida, aun así tú no me has elegido a mí, sino que yo te he elegido a ti. Así que veo a cada ser, subjetivamente relacionado conmigo. Así que en ese estado, te conviertes incapaz de ser lastimado, superas toda la violencia que anteriormente has expresado en el mundo cuando estabas dormido. No hay condenación para el hombre dormido, él está soñando confusión porque no sabe quién es él; pero él comienza a despertar con estas técnicas que les he dado esta mañana.

Si tú tomas esta técnica y la pruebas conscientemente; porque estoy aquí para apelar, no a las mentes pasivas que se rinden a las apariencias, sino que apelo al Cristo en ti que es el uso consciente de tu amorosa imaginación. Cuando te quieras sentar, y predetermines lo que quieres escuchar, y lo escuchas hasta que lo oyes, y te rehúsas a escuchar nada que no sea eso, entonces estás utilizando el único poder en el mundo que despierta al mundo, y estás usando tu amorosa imaginación, que es “Cristo en ti, la esperanza de la gloria.”

La semana pasada, una señora escuchó la historia de la revisión; y su esposo la llama con una gran noticia; se ha encontrado con una fortuna.
Resulta que el esposo había enviado 183 metros de película a la Compañía Acme y ellos le devolvieron la película, con solamente 90 metros que estaban en buena condición. Los otros 90 metros eran harapos, como se lo llaman; no había una cosa en ellos, completamente en blanco. Y encima estaban atrasados con el tiempo, esos 183 metros de película tenían que estar en un avión camino a Chicago en el presente inmediato, en menos de 12 horas, tenían que estar allí, ése era el contrato, y esos 90 metros de película filmada no tenían ni sonido, y estaban completamente blancos.

Ella se sentó cuando su esposo la llamó, cuando la llamó desesperadamente; ella se sentó al lado de su cama, donde había recibido la llamada, levantó el receptor del teléfono, y se sentó en silencio hasta que escuchó dentro de ella misma, que sonaba el teléfono y a través de ese cable, escuchó a esa misma voz, pero ahora una no tan ansiosa, sino una tierna y amorosa voz, que era su marido, explicando que toda la situación se había resuelto, que habían encontrado lo que aparentemente se había perdido para siempre.
Ella se sentó en el silencio por una hora y diez minutos, y allí escuchó y escuchó hasta que todo su cuerpo se aquietó escuchando sólo lo que ella quería escuchar. Y una hora y diez minutos después, mientras ella permanecía todavía quieta en el silencio, el teléfono sonó. Era su marido llamándola para decirle que la compañía Acme acababa de llamarlo para explicarle y disculparse, que habían cometido un error, que habían encontrado los 90 metros de película perdidos. Y que no había ni un harapo, que no había ninguno en blanco, que toda la película estaba perfecta.

Ahora, la persona común, sin conocer esta ley de la revisión, y aun algunos que si la conocen, hubieran aceptado como definitivo las evidencias de los sentidos, y si recibieran noticias que parecieran tan determinantes como estas, les hubiera agarrado un ataque, le hubieran llorado a gritos a la compañía Acme, y hubieran intentado por todos los caminos, tratar de solucionarlo.

Pero ella escuchó, y actuó sobre el asunto, y a eso me refiero cuando les digo que si con un poco de conocimiento tú ya lo pones en acción, será mucho más rentable que tener mucho conocimiento e ignorarlo sin ponerlo en acción; ahora, muchos de ustedes aquí presentes, y esto no lo digo para juzgarlos, ya tienen el mismo conocimiento que esta señora tiene; ella ha comenzado a venir aquí hace poco tiempo, pero ella ha escuchado, ella ha venido a todas las reuniones que se hicieron en el Teatro Ebell, y también ha venido aquí; indudablemente ella está aquí esta mañana,  ha venido los primeros dos domingos y no se ha perdido de ninguna de las reuniones en el Teatro Ebell, y habiendo escuchado el arte de la revisión, ella actuó sobre el asunto.

Otros han escuchado el arte de la revisión, pero ¿lo han usado?
Anoche. ¿Has permitido que el sol descienda sobre tu ira?; ¿has dormido anoche con algún problema, algún enfado sin resolver?; ¿te has ido a dormir anoche, habiendo realmente resuelto cada enfado y problema del día? Todos los pequeños problemas, cada uno de ellos deben ser resueltos, tu reescribes la obra. Si tú no has reescrito los eventos de ayer, haciéndolos conforme al ideal que tu deseas haber experimentado, entonces tú has escuchado pero no eres un hacedor.

Y entonces, se te dice en la biblia: “Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo;  pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero si eres hacedor de la palabra y no un oidor olvidadizo, serás bienaventurado en lo que haces, porque mirarás a la ley de la libertad y te liberarás a ti mismo, y liberándote a ti mismo serás bienaventurado en lo que haces.” (Aprox. Santiago 1: 23 al 25).

Para aquellos que son estudiantes de la biblia y lo quieren chequear, lean el libro de Santiago. Encontrarán esa historia en el primer capítulo de la epístola de Santiago, donde él mira hacia su interior y se libera a sí mismo; bueno, ella se liberó a si misma al oír hasta escuchar exactamente lo que ella quería escuchar, y ella lo escuchó una hora y diez minutos después. Ahora, refiriéndome a la mayoría de las personas que dije que no hubieran actuado al respecto: a través del hábito, les hubiera agarrado un ataque de histeria; se hubieran enfurecido y se hubieran preocupado, y ese mismo día, él hubiera traído a casa las malas noticias que indudablemente él tendría, y ambos hubieran dormido dejando que el sol descienda sobre su ira.

Pero ahora saben que no hay nada que cambiar en lo exterior, esa primera proposición es verdad; que el estado de conciencia del hombre, que simplemente significa todo lo que él acepta, todo lo que él cree, todo a lo que él le da consentimiento, eso y solamente eso es la causa del fenómeno de su vida.
El hombre puede cambiar su estado de conciencia y por lo tanto el hombre puede determinar las condiciones de su vida.

Pero el mero pasaje de tiempo, por sí solo, no puede hacer nada; el tiempo es nada más que un medio para los cambios en la experiencia pero no puede producir cambios. Es simplemente aquello que permite que los cambios tomen lugar, pero no puede producirlos.  El espacio nos da el medio para la experiencia, y el tiempo para los cambios en la experiencia, pero por si solos no hacen nada. Nosotros debemos operar el poder, así que si el individuo no se convierte en el operador, entonces esperará en vano.