Bert Hellinger reconoció:
El pasado actúa – siempre.
Pero actúa de manera diferente cuando lo honramos.
Cuando lo miramos sin juicio.
Cuando tomamos lo que fue en nuestro corazón – tal como fue.
Vivir con el pasado significa:
- Acepto mi origen.
- Digo sí a mi padre y a mi madre.
- Digo sí a mi lugar en la familia y en la vida.
No vivir en el pasado significa:
- Suelto lo que ya no me pertenece.
- Me libero de los enredos.
- Me permito vivir en el presente.
Traer orden a aquello que sigue actuando en lo inconsciente.
Y donde hay orden, el amor puede volver a fluir – en silencio, con claridad, con fuerza.
Así, la vida vuelve a ser posible – en libertad, en conexión y con responsabilidad.
Y comprendemos:
No es el pasado lo que nos retiene,
sino nuestro apego a él.
Y ahí mismo reside la fuerza:
en el movimiento hacia adelante,
nacido de la paz con lo que fue.
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