LA SEGUNDA MUJER, por Bert Hellinger
Mujer: Yo quería preguntarte sobre las relaciones de parejas con hijos de parejas anteriores. Mi pareja tiene una hija de otra relación y para mí es muy difícil. No encuentro mi lugar, me siento excluida.
Hellinger: Lo configuraremos. ¿Quién forma parte del sistema?
Hellinger: ¿Y quién más?
La mujer se ríe.
Mujer: Me sorprende, no encuentro a nadie.
Hellinger: ¿Qué curioso, no? Por eso están los problemas. Todos los demás lo saben menos tú.
Mujer: No encuentro a nadie más.
Hellinger: Ok. Entonces configura estos tres.
La mujer saca los representantes y los coloca de manera que entre sí están a cierta distancia formando un triángulo.
Hellinger: ¿A dónde está mirando la hija?
Mujer: Tengo la sensación que busca a su madre.
Hellinger: Exacto. Y ahora ponle a ella también.
La mujer saca la representante de la madre y la coloca en frente de la hija. Ambas se sonríen.
Hellinger: Ya hemos solucionado el problema.
Madre e hija se abrazan, se acerca el padre. Los tres se abrazan.
Hellinger pregunta a la representante de la mujer: ¿Cómo lo ves?
La representante: Está bien que se encuentre con su hija.
Hellinger la gira de modo que la representante dé la espalda a los tres.
Hellinger: ¿Y así? Dile a tu marido, “Tienes que ir aquí, a mi lado”.
Representante: Tienes que ir aquí, a mi lado.
El marido se queda con la primera mujer y con la hija.
Hellinger se dirige a la mujer constelada: Puedes olvidarte de esta relación. No hay ninguna posibilidad aquí. Este es su primer vínculo, no hay ninguna posibilidad.
Mientras tanto la representante de la mujer da otra vez la espalda a los tres.
Hellinger: Ok. Os podéis sentar.
Pero quisiera comentar algo. A través de la consumación del amor, sobre todo cuando de ahí resulta un hijo, entre el hombre y la mujer se crea un vínculo y ese es indisoluble.
Ese vínculo existe para siempre, se podía ver aquí. Ahora bien, cuando una segunda mujer quiere tirar del marido para que se ponga a su lado, ella no puede con ese vínculo. De la manera que tú lo constelaste estaba claro que tú no podías tomar a ese hombre porque os habías puesto muy distanciados. El alma lo sabe.
Cuando una relación se rompe, supongamos que esta primera relación se rompiera, y el hombre se une a la otra mujer eso únicamente puede lograrse si la primera mujer es reconocida, cuando se reconoce el vínculo con esta primera mujer.
La olvidaste. Ni siquiera pensaste en ella, ocupabas tanto su lugar. Te olvidaste por completo de ella. Y en el alma la segunda mujer está unida con la primera. Si ella toma al marido a costa de la primera mujer, no puede estar tranquila hasta que ella pierda también (no se oye). De esta manera establece una compensación. Este sería un orden del amor.
No hay ningún amor que pueda luchar contra este orden. Únicamente con la sintonía con el orden la sintonía puede lograrse. Pero aquí desde el inicio se veía que el primero vínculo no estaba deshecho. A veces la segunda mujer piensa que ella es la mejor. Mejor que la primera y entonces fracasa.
Lo único que podrías decir es “Tú eres la primera, yo soy la segunda. Yo lo tengo a costa tuya. Lo reconozco”. Y si no hay ninguna culpa entre medio ella quizás pueda decirle “Por favor, mírame con buenos ojos si me lo quedo”. Pero si se hace de manera que el marido se lleva la hija y tú incluso te comportas como si fueras la responsable de esta hija y tuvieras derechos frente esta hija, eso no puede lograrse.
Hay una jerarquía en las relaciones, otra vez en función del tiempo. Los padres tienen prioridad sobre los hijos. La relación de la pareja tiene la prioridad ante la paternidad porque los padres primero son una pareja y después padres. Por eso la relación se logra cuando la relación de pareja siempre sigue siendo prioritaria y el hijo es la continuación de la relación de pareja y el amor mutuo en la pareja se continúa en el hijo.
Por eso un hombre en el hijo ama a la madre de ese hijo y la madre en el hijo ama al padre del hijo. Siempre cuando la relación de pareja tenga prioridad eso es posible.
Si los padres por tantas preocupaciones paternales se olvidan de su relación de pareja, no pueden encontrar la fuerza para el hijo que el hijo necesitaría. Esa fuerza tiene que nacer de la relación de pareja. Al menos este sería un aspecto. De la misma fuerza viene que a los hijos les pasa lo que ellos recibieron de sus propios padres. Cuando un hombre aporta un hijo a una nueva relación, el hombre en este caso primero es padre y sólo en segundo lugar es marido para su segunda mujer.
Por eso para él la hija va primero y después la mujer. Aquí la preocupación por la hija no puede formar parte en la pareja. Si el marido se ocupa de esa hija únicamente puede hacerlo respetando y amando esa primera mujer y por este hecho sigue unido a esta primera mujer. Una relación así únicamente podría lograrse si la segunda mujer dice “Yo respeto que tu primera mujer va en primer lugar, después la hija y que en el amor hacia tu hija ames a tu primera mujer y después voy yo. Y hoy reconozco este orden”. Ahí hay una posibilidad para el amor.
Y si ellos después tienen un hijo, la preocupación por ese hijo estaría en el último lugar. Entonces su relación de la pareja sería anterior a la preocupación por el hijo. Esa sería la jerarquía del amor en una familia compleja.
¿Ok? Lo primero es para ti que respetes a la primera mujer. No hay mujeres mejores, sólo diferentes. (Sonríe)
Mujer: Creo que he comprendido. Amo a este hombre.
Hellinger: ¿Estuviste el viernes aquí en la conferencia? Ahí lo expliqué. Únicamente puedes amarlo con su primera mujer y con la hija. No puedes tenerlo solo. ¿Ok?
Mujer: ¿Ok?
Imágenes que liberan. Argentina 2001. BERT HELLINGER.
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